y su delicadeza derribaba
los cuerpos abrazados
que llevaban su nombre.
Adonde nos fuimos, muchacha?
Aquellas pasajeras ciudades
que anduvimos
nos comen por la sangre
como la edad del deseo.
Eramos el camino
de todo tiempo y lugar.
Habían tantas cosas que amaba de tí.
Amé los pesares de tu alma,
la esencia invisible de tu soberbio amor
tu calma, tu desespero,
tu desvelo preguntando por mi silueta.
Amé lo imposible de amar.
Adonde nos fuimos, muchacha
sin que nadie nos detuviera?
ni siquiera la carne preguntó
porqué nos dejaba muriendo?
Habían tantas cosas que me gustaban
de tí.
Hasta el humo derrumbado
convertido en cenizas
por su ausencia,
el minuto relámpago de su almanaque
consumido de antojos,
la fiera lacerada de su abrazo,
su lunar escondido premiado de mí.
Decir adiós fue, muchacha
conformarse con un cuerpo
que ya no es.
Obligarme a comulgar
con la idea de ser yo.
© Yosie Crespo
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