Un viernes se calienta a fuego lento
como la voluntad de las copas que se mezclan.
Dentro de la ciudad todos olvidan el trabajo.
Bandera blanca
se queda la noche salvando a aquellos
que nos libran del dolor.
No tenga hijos un viernes.
Débase mejor al teatro
Al público invisible
no mire atrás.
Con alguna lejana melodía
flote usted para siempre.
Pierda el reloj aunque parezca algo trágico.
Un viernes tiene el arte de ganar
lo que perdemos con cada minuto.
Más tarde que nunca
volvemos a decirnos adiós
y quedamos muertos por los labios de un lunes.
© Yosie Crespo
Photograph by: Nancy Dowling
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