Giselle contempla sus manos
llenas de barro han viajado.
Hay días que merecen un descanso.
Mas allá de sus muslos,
el fuego lentamente destruye
cada árbol de vida.
Giselle guarda sus párpados en un cofre,
los separa de sus manos,
los elimina.
Giselle arde sobre la palabra
y nada tiene de malo que quizás dormida
se descubra en el espejo
y no regrese todavía.
© Yosie Crespo